En tan solo 2 clics, y sin saber cómo, navego desde un post interno al que se le ha dado difusión a través de Yammer sobre la apertura de nuestra nueva oficina en Barcelona hasta una noticia externa publicada por El Confidencial que viene a decir que la creatividad escala puestos en la lista de habilidades personales prioritarias para las empresas. Cruzo los dedos por que la próxima habilidad sea la dispersión.
¿Ser creativo no es acaso una competencia vinculada a la estética? Eres creativo cuando tienes tiempo libre, cuando has terminado tus obligaciones. Entonces abres tu cuaderno y dibujas, compones, escribes o sales de tu ecosistema habitual y tomas fotos con la cámara réflex. Pero siempre una vez ya has cerrado una oportunidad con un cliente, cuando ya has terminado esa reunión complicada, cuando en la bandeja de entrada has logrado reducir al 20% los emails marcados como no leídos. ¿Pero antes? ¡Venga va!
O quizás no.
De esta forma podríamos terminar posponiendo perpetuamente esa vocación por inventar, esas ganas de explorar, esa curiosidad por indagar rutas alternativas… y no fluir.
Las empresas de ahora quieren que fluyas. Quieren que estés presente con los 5, 7 u 11 sentidos; que participes con pasión, con pensamiento crítico. Con ganas. Con brillo. Que abordes las mismas situaciones con una perspectiva diferente. Que abordes situaciones diferentes reaprovechando los recursos de siempre, pero de una forma singular.
Recientemente en nuestra organización sentíamos la necesidad de trasladar gráficamente la estructura de nuestro equipo de una forma diferente. Más fiel a como sentimos que es en realidad. Un organigrama con un nuevo mensaje. Dinámico, interactivo y que represente la labor que hacen las capas más internas para las más externas de la organización, aquellas más próximas a los clientes.
Y así, como con tantos otros ejemplos en el equipo, rompimos la linealidad y salimos de la curva con éxito.